viernes, 6 de abril de 2012

OTRA VEZ MARÍA KODAMA

El legado de un escritor tan genial no puede quedar en manos solo de una persona que no merece esa confianza. De nuevo, María Kodama emprende acciones legales contra un escritor cuyo único fin consistía en homenajear a Borges. Lamentable.
Reproduzco la noticia publicada hoy en "El Mundo":



María Kodama, la viuda de Jorge Luis Borges, ha presentado una demanda judicial por plagio contra Pablo Katchadjian, autor de 'El Aleph Engordado', una versión ampliada del reconocido cuento del fallecido escritor argentino.
Kodama ha demandado al autor argentino, de 34 años, por supuesta infracción de la ley de propiedad intelectual, un cargo que contempla penas de hasta seis años de cárcel, precisa el diario Clarín.
Katchadjian, propietario de la editorial Imprenta Argentina de Poesía (IAP), intervino el cuento 'El Aleph', escrito por Borges (1899-1986), agregándole más de 5.000 palabras.
"Toma todo el cuento sin pedir autorización. Si uno usa algo que no es propio, lo mínimo que puede hacer es pedir permiso", ha señalado Kodama.
Katchadjian, autor de 'El Martín Fierro ordenado alfabéticamente' y 'Qué hacer', sostiene en su libro, en cambio, que "el texto de Borges está intacto pero totalmente cruzado" por el suyo.

sábado, 1 de octubre de 2011

La sorprendente polémica a propósito de "El hacedor (remake)"

A estas horas, todos estaréis más que enterados de la decisión de la editorial Alfaguara de retirar de la venta la última obra de Fernández Mallo. Me parece que se debe a unos escrúpulos absurdos, porque, al margen de la calidad literaria de la novela, no creo que pueda verse ni plagio, ni ridiculización ni ninguna otra desconsideración hacia Borges. Decir que se trata de un plagio resulta absurdo desde el momento en que, en el propio título, ya se advierte de que se trata de una adaptación de El Hacedor original, cosa que se ratifica en cada una de las páginas. El concepto de plagio supone ocultación del modelo que se copia, cosa que aquí nunca se produce; al contrario, pienso que el autor se propuso un meditado y admirativo homenaje al maestro.
En fin, me  parece una polémica absurda, que creo que solo puede entenderse por el afán posesivo de María Kodama. Ciertamente, como se ha comentado estos días, Borges jamás lo hubiera hecho.
Os incluyo un artículo, extraído al azar del aluvión de informaciones que estos días nos están ofreciendo los medios de comunicación.

Hasta ayer, sólo uno de los tres vértices de la polémica generada por el veto de María Kodama, viuda de Borges, al libro El hacedor (de Borges), Remake, se había pronunciado. Sólo habló la viuda del escritor argentino, que la zanjó asegurando a elcultural.es que el problema -a saber, el supuesto plagio de Mallo a la obra de su marido- había quedado resuelto abogados mediante. Pero faltaban la opinión del escritor y la confirmación de la editorial, Alfaguara, que ayer rehusó pronunciarse ante lo sucedido mientras algunas librerías confirmaban que había "un problema con el libro" y que no se podía distribuir.

Hoy la editora española ha enviado un comunicado a los medios en el que confirma que, aunque en desacuerdo con la acusación de plagio por parte de Kodama, van a proceder a la retirada voluntaria de la edición. En él argumentan que nunca sospecharon que el libro pudiera ser leído de forma negativa contra la persona o la obra de Borges, y añaden que, atendiendo a los reclamos de la viuda y dueña de los derechos, han decidido sacar al libro del comercio, aunque defienden al escritor, esto sí, en lo que denominan la "discusión estética", alegando que fue el propio Borges quien trajo a la literatura la innovación de usar "procedimientos paródicos sobre sus propias influencias".

Por su parte, el escritor, que ayer únicamente admitió sentirse sorprendido ante una acusación que, dijo, "no se había imaginado", ha publicado hoy unas escuetas declaraciones en su blog, en las que dice estar recibiendo "cientos de mails y llamadas" de apoyo a su libro, "además de blogs, twitter, facebook, etcétera". Añade Mallo que sabe que se está preparando un comunicado de protesta suscrito por autores, críticos y periodistas ante la decisión de Alfaguara, cuyo contenido desconoce, unas acciones que, escribe, agradece infinitamente. Y, antes de anunciar que en los próximos días continuará publicando en torno a este tema, cierra el post con la siguiente declaración: "Lo que se está discutiendo aquí es una técnica literaria, utilizada por mí en el libro, y utilizada por el propio Borges", argumento que coincide con la editorial.

lunes, 21 de marzo de 2011

CRÍTICA SOBRE EL HACEDOR (REMAKE)

Aquí va una de tantas críticas que estos días están apareciendo sobre la nueva novela-experimento de Fernández Mallo.

Quiere Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) dejar bien claro, casi provocadoramente claro, desde el propio título, El hacedor (de Borges), “Remake”, que su nueva novela parte de un texto anterior. Esto no supone ninguna novedad absoluta, pues los antecedentes se remontan en los siglos, pero sí lo afronta con la originalidad que insinúa también el título. Fernández Mallo, listo y puntilloso, utiliza un término muy intencionado, “Remake”, para definir, o al menos describir, su trabajo. Otros podría haber utilizado: descartado “refrito” por su connotación peyorativa, podría haber dicho “contrafacta”, manipulación clásica de escritos anteriores, pero habría resultado ininteligible para el lector común; o “palimpsesto”, más divulgado y accesible a un lector culto, pero habría orientado su escritura en una fuerte dirección culturalista.

Ha elegido, en cambio, con total propiedad un anglicismo de dominio popular, “remake”, que acota su significado a un ejercicio común del cine, la televisión y, en fechas recientes, los videojuegos.

“Remake” nos lleva, por tanto, a un dominio peculiar, el de la tecnología, y de modo complementario al de la ciencia, de manera que por esa portilla entra en El hacedor (de Borges) la preocupación distintiva del conjunto de la obra, breve pero de considerable resonancia, de Fernández Mallo, aportar la ciencia pura, las matemáticas y la técnica a la tradición humanística. O sea, dar un paso adelante en la demolición ya cantada de las vetustas murallas de los géneros tradicionales, buscar la expresión artística novedosa propia del siglo XXI y erigirla en el canon de nuestro tiempo.

El hacedor, el genuino, es un breve libro de carácter radicalmente misceláneo que Borges rubricó en 1960. En sus apenas cien páginas contiene 54 textos que abarcan minirrelatos, poemas, divagaciones y citas. Fernández Mallo repite tal estructura con mínimos cambios como si fuera una plantilla. El desarrollo del “remake” resulta en verdad paradójico porque nuestro autor se somete, por una parte, a tan onerosas andaderas y, por la otra, actúa con la mayor libertad del mundo. Aunque respeta todos los títulos originales de la primitiva “desordenada silva de varia lección”, los contenidos se los toma a beneficio de inventario.

El planteamiento global del Remake implica un homenaje borgeano y la voluntad de dar nueva vida a páginas de la era Gutenberg en la era de la Red. Ahí paran, sin embargo, las coincidencias, porque Fernández Mallo reescribe las piezas seminales como le viene en gusto, las reinventa sin limitaciones, incluso las traiciona. A veces lo hace con quiebro gracioso: un poema primitivo lo liquida con un “Éste me lo salto” y otro dedicado a una mujer con un “A ti no / te conozco”. El poema metafísico “El otro tigre” lo convierte en “ISBN 84-206-3333-X”. Y la reescritura del “Poema de los dones” no puede ser más antiborgiana: “don, don, / ding ding don / don, don, / [toma Lacasitos]”. Otros muchos juegos y transgresiones más se encuentran: presenta una lista de claves técnicas de comunicaciones producidas en las Torres Gemelas en 2001, incorpora documentos gráficos de Google Maps, utiliza fórmulas científicas, reproduce en su orden las letras del abecedario...
En fin, Fernández Mallo hace alardes de ingenio bajo una impronta vanguardista y demuestra gran versatilidad. Todo ello a instancias de incorporar al relato el pálpito de una actualidad que abarca desde la ciencia hasta las costumbres.

Ante una problemática obra rupturista, el crítico puede hacerse el despistado, pero el lector de una reseña tiene derecho a pedir un juicio y una orientación. A mí, El hacedor (de Borges) y las otras novelas de Fernández Mallo me resultan más interesantes que logradas y, apreciando mucho su energía innovadora, no veo que conduzcan a ningún sitio. Remake no es una obra -tampoco lo pretende- para el disfrute de quien entienda la novela como la exposición fabulada de un conflicto humano.

sábado, 8 de enero de 2011

ANUNCIO DE SU NUEVA NOVELA

Hoy se confirmaba en El País la noticia que se esperaba desde hacía tiempo: en febrero publicará Fernández Mallo su nueva novela, un remake de El hacedor. El interés del autor por Borges no es realmente ninguna novedad, pero sí esta apuesta por la literatura "remasterizada" al hilo de otros grandes autores del siglo XX. Reproduzco tal cual el artículo.
Literatura de segunda mano
Fernández Mallo reescribe a Borges en una versión de 'El hacedor'
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 08/01/2011
Hay narradores con un escritor en las tripas y un lector en la cabeza. A veces, uno vive de espaldas al otro. A veces se confunden. Este último es el caso de Borges, que, ya es un tópico, imaginaba el paraíso con forma de biblioteca.
Hay narradores con un escritor en las tripas y un lector en la cabeza. A veces, uno vive de espaldas al otro. A veces se confunden. Este último es el caso de Borges, que, ya es un tópico, imaginaba el paraíso con forma de biblioteca. No es, pues, extraño que su obra, sin dejar de ser inconfundiblemente borgiana, fuera con frecuencia fruto de la lenta digestión de relatos ajenos de ciencia ficción o de clásicos como Apolodoro, San Marcos o Cervantes. Ahí está el inevitable Pierre Menard, autor del Quijote, que narra la reescritura, letra por letra, de la novela cervantina.
Hace dos años, el escritor argentino Rodolfo Fogwill versionó El Aleph de su paisano en la novela Help a él, cuyo título era un anagrama del encabezamiento del famoso relato. Ahora es Agustín Fernández Mallo el que se acerca al autor bonaerense con El hacedor (de Borges). Remake que publicará la editorial Alfaguara el próximo 23 de febrero. Borges publicó El hacedor -un conjunto de cuentos, poemas y falsas citas- en 1960, siete años antes de que naciera el autor de la trilogía Nocilla. "Fue el primer libro suyo que leí", cuenta Fernández Mallo, "y me impresionaron dos cosas: la capacidad de transmitir emoción a través de algo aparentemente descarnado y un montón de intuiciones que yo compartía sobre el tiempo, el espacio, la matemática y la metafísica".
A todo ello habría que añadir el carácter misceláneo del libro -una "silva de varia lección", como lo define el propio Borges- que desborda las fronteras de los géneros. Un artefacto marca de la casa: poemas narrativos, cuentos que parecen ensayos... "Cuando escribo no pienso en términos de género literario. Me parece limitador", explica Mallo. Otro concepto que, dice el escritor, "no circula" por su cabeza es el de originalidad: "Sacar una obra de su contexto ya es crear algo nuevo". En su nueva obra, él mantiene los títulos de Borges y reescribe los contenidos, a veces incluso con la ayuda del imprevisible y surrealista traductor de Google.
Pese a que la palabra remake parece reservada últimamente al cine, las versiones literarias de una misma historia son tan antiguas como la propia literatura. Ahí están Joyce reescribiendo a Homero, Goethe y Thomas Mann haciendo lo propio con la vieja historia de Fausto o J. M. Coetzee con Daniel Defoe. Por su parte, la editorial 451 se estrenó con una colección en la que ha participado media literatura española reciente -de Antonio Orejudo a Francisco Casavella pasando por Luisa Castro- para reescribir a Bécquer, Shakespeare, Lope o Larra.
A veces las páginas de un libro continúan en las de otro. Lo hizo Andrés Trapiello con Cervantes en Al morir don Quijote y Luisgé Martín con el propio Mann en La muerte de Tadzio. No hace falta pensar en Avellaneda, tirar del hilo era lo más normal cuando las historias no tenían dueño ni autor conocido. Así, la Biblioteca Castro acaba de reunir en un volumen dos secuelas del Lazarillo y una del Guzmán de Alfarache. Por si había alguna duda sobre la relación entre las palabras original y origen.

martes, 14 de diciembre de 2010

"LA BIBLIA DE LOS MECHEROS", ARTÍCULO

El día 10 de diciembre, Fernández Mallo publicó este artículo "postpoético" (en
http://www.clubcultura.com/diariode/1753/agustinfernandezmallo.html), que probablemente incluirá en su próximo libro (¿se publicará en febrero?)


En Guadalajara, Mexico, ocurrió una cosa muy rara.

Un grupo de 15 autores y editores fuimos a cenar a un restaurante llamado Cocina 88, a 3 km de la Feria, y antes del postre, algunos salimos a fumar un cigarrillo a la terraza cubierta, medio ganada por vegetación; nos sentamos en unos bancos. La casa que alberga al restaurante era la típica que cualquier indocumentado como yo diría que es "colonial", o que en su día perteneció a algún vicecónsul de aquellos de las novelas de Margerite Duras. Aún no habíamos terminado el cigarrillo cuando salió a fumar un grupo de escritores y editoras, de otra mesa, también españoles y de una misma editorial, a los que habíamos encontrado en el restaurante por casualidad. Nos saludamos a distancia. Al cabo de unos segundos, una dijo, "Agustín, ¿tienes fuego?", a lo que contesté, "sí", y ella se acercó y se llevó el mechero para darse fuego a sí misma, así como al resto de su grupo. El mechero es un BIC, azul oscuro, lo compré hace meses en una gasolinera de algún lugar de Missouri, es un mechero muy gañán que, en uno de los lomos tiene escrito, USA, y el interior de esas letras está dibujado con la bandera de USA, redundancia que ya de por sí es de las buenas. El otro lomo tiene una pegatina tan grande como el mechero, llena de advertencias escritas en letra muy pequeña, un libro de advertencias e instrucciones de uso del mechero, casi La vida, instrucciones de uso, de Perec, en versión microrrelato: advertencias insólitas, tipo, "no debe acercar el mechero a una fuente de gas", "no debe tirar este mechero a una hoguera", "este mechero no es comestible", cosas así. Esa pegatina, blanca, oscurecida ya por el manoseo, constituye una preciosa y auténtica Biblia de Las Advertencias de Mecheros, y me  siento muy contento poder tenerla entre mis manos; a veces la leo y siento que todo el conocimiento que uno puede tener acerca de mecheros lo llevo yo, en el bolsillo; es un sentimiento que tiene que ver con lo enciclopédico. He recorrido todos los estancos y tiendas que venden mecheros, he buscado más Biblias de Advertencias de Mecheros, he investigado en profundidad ese asunto, incluso he tecleado en Google, y puedo decir que la Biblia más completa, la más competente, la que más advierte, es la de mi mechero, no hay mechero con un texto más completo que el mío, escrito con varias tipografías, de la Arial a la Courier, pasando por una letra a mano, como artesanal, y además está el detalle del código de barras que, casualmente, tiene una composición numérica que empieza por, 3, 14, 16,…, dígitos iniciales del Número Irracional por antonomasia: Pi.

Missouri, 3am y casi sin combustible, recuerdo ahora el hallazgo de aquella gasolinera en una carretera secundaria. Llenamos el tanque del coche, compré el mechero y, de paso, saltándonos todas las advertencias de la Biblia de Las Advertencias de Mecheros, fumamos un cigarrillo en la pequeña caseta del hombre que estaba al cargo de la gasolinera en turno de noche, con quien decidimos tomar también un riquísimo café de máquina; medio dólar. Mientras el tipo hablaba, aparté un poco la cortina; el coche junto al surtidor, más allá de la carretera una planicie dorada que en la noche era mostaza, y al fondo una cordillera; me pareció que estaba amaneciendo. Hablamos un rato con aquel tipo, curioseamos diversas chucherías y objetos que vendía, entre ellos el mechero al que me vengo refiriendo; el hombre no debía de tener más de 40 años y, desde una boca sin dientes, nos contó que era de la zona, que tenía 2 hijas, y que vivía en una casa un poco alejada del pueblo, [pensé en La Casa de La Pradera; lógicamente, esa tontería me la guardé]. Nos invitó además a una especie de pasteles chocolateados, y nos ofreció una cama por si necesitábamos descansar antes de que amaneciera. Fue entonces cuando le dije, "ya amanece, mira por la ventana", y él apartó la cortina, y observó unos segundos antes de decir,

-Eso no es el amanecer; eso es fuego.

Nos acercamos, miramos en silencio cómo el resplandor ganaba por minutos el horizonte. Naturalmente, pensé en Manderley, cuando al final de Rebecca la mansión se quema, pensé en la Torre Windsor, pensé en una plataforma petrolífera de la Shell incendiada hacía un par de años en el Golfo de México, y tenía en mi mano derecha todas las advertencias contra el fuego. Nunca me había ocurrido eso: en una mano la Biblia de Las Advertencias Contra el Fuego, y reflejado en los ojos un incendio. Manoseé el mechero y, como los ciegos, con la intensidad del momento pude leer al tacto las Advertencias, y también el código barras, con su número Pi, el Irracional por antonomasia. Advertencias e Irracionalidad contenidas en mi mano, que no sólo me llenaron de alegría, sino que me hicieron sentir lo sublime, por primera vez entendí a qué se referían los románticos cuando hablaban de lo sublime, era algo que había leído mil veces en multitud de textos de estética, pero nunca lo había entendido, y mucho menos sentido; me di cuenta de que, en realidad, hasta entonces no tenía ni idea de a qué se referían los románticos cuando hablaban de lo sublime; ahora sé que a Irracionalidad y a Advertencias, juntas. Desde aquella noche, conservaba el mechero y su pegatina como un tesoro enciclopédico, un Aleph, me encantaba mirar el mechero porque los objetos, como el fuego, han sido hechos no para ser usados sino para mirarlos, la mirada es su uso, el uso más noble y evolucionado que se le pueda dar a un objeto.

El camarero llegó con el postre, así que, con intención de regresar a la mesa, apagamos los cigarrillos, momento en el que aproveché para acercarme al extremo contrario de la terraza y pedirle al otro grupo el mechero que minutos antes les había prestado. Una mujer me lo tendió con sonrisa de gratitud. No tuve que mirarlo para comprobar lo que me sugería el tacto: alguien había arrancado la pegatina. Por no poner a nadie en un apuro, no dije nada, regresé a mi mesa. El postre estaba buenísimo, pero me sentía muy triste; para qué demonios alguien que no soy yo querrá esa pegatina, me dije, para qué querrá alguien la Biblia De Las Advertencias De Mecheros Con El Número Pi, si ni siquiera las entiende. O será quizá como esos que van al campo y mientras caminan no pueden evitar pegar patadas a arbustos y pisar insectos. No es que hagan nada malo, porque nada importan en el Universo unos cuantos arbustos y un centenar de insectos, pero me pregunté para qué esa depredación inútil; en este caso, depredación de Biblias de Advertencias de Mecheros Con El Número Pi. Voy a suponer que quien despegó la Biblia, tras leerla, la ha guardado, y puede que plastificado a fin de conservar toda la historia que contiene, la historia de una experiencia sublime, o mejor dicho: el propio concepto de lo sublime. Lo que no impide que me sienta muy triste.


jueves, 25 de noviembre de 2010

ARTÍCULO CRÍTICO DE LA REVISTA BABYLON

La generación ha gozado de repercusión internacional por su atrevimiento literario y por sus andanzas en el mundo virtual, que la globalizan de inmediato. Puede que el salto definitivo a la fama en 2010 se deba a este análisis publicado este otoño, en que se le da al grupo carta de naturaleza mundial.